Harlem Festival: una cita secreta entre generaciones
La primera jornada del Harlem Festival comenzó bajo techo: Francesca Tombolini, de San Lorenzo, llegó como ganadora del concurso Banda Invitada, con su electropop melódico de voz entre susurrada y explosiva y guitarra al frente.
Ya al aire libre fue el turno de Joystick, juveniles comprovincianos oriundos de Chabás (departamento Caseros), de la mano de las canciones de sus tres discos (el último de ellos, “¿Qué dicen tus amigos de vos?”, publicado en junio de 2023). Pelaron un indie rock/pop bailable, en canciones como “Brazos cruzados”. El cantante Pano Benincasa ganó la pasarela y coqueteó con la cámara-grúa para “Tierno disfraz” y “Guantes negros”.
Mientras la rapera santafesina Ana Milagros abría el escenario alternativo (ante un grupo de fieles seguidores), el actor y cantante Franco Rizzaro salió al frente de un potente cuarteto. La campera de jean le duró un tema (hacía mucho calor) antes de quedarse en musculosa para “Tu cárcel” (versión del tema de Los Enanitos Verdes) y la inédita “Tu recuerdo”: una muestra de su pop urbano con colores latinos.
Girl power
Clara Cava recordó que la vez anterior había tocado adentro, “pero el solcito no tiene comparación”. Salió a la tarde con “Te pensé un montón”: pelo platinado ligeramente verdoso, saquito con capucha, top strapless, bermudas y botas. Pasó por “Me hace bien”, adelanto del próximo álbum, en colaboración con Ale Sergi, al frente de su formación de guitarra, teclados, pistas, batería y trombón, sosteniendo su voz entradora y cómplice, como en “Ya está, ya fue :(” y “Loca/El celular”, o la pop “Protagonista”, con la pantalla de fondo mostrando su logo personal estilo Chanel.
Para ese entonces ya había comenzado el show de Sixto Yegros en el escenario lateral, rapeando al sol todo vestido de blanco. Pero al instante comenzó el show de la etérea Blair, de vaporosa falda transparente (tan flotante como su voz) sobre lencería roja y rostro de muñequita, al frente del trío conformado por Dante Saulino (guitarra y dirección musical) Alejo Vázquez en batería y Rocío Alí (peladita y eficiente como Gail Ann Dorsey; bajista de Lali Espósito, María Becerra y Marilina Bertoldi, entre otras figuras).
Con ese ímpetu pasaron por canciones como “Indies”, “Lo único que quería este verano” (entre juegos con la cámara de las pantallas), “Opuesto complementario” y “Mi suerte”. Se puso más rockero y californiano el clima con “Novios imaginarios”, con Blair como un mix de Lana Del Rey con Betty Page. El cierre fue con “Yo & yo” y “Rothmans”, con la solista trepada a la valla, cantando con sus fans.
Hiteros
Los Turf dispararon los primeros acordes de “Eso no se llama amor”, y bastó para que una multitud fluya al escenario exterior, con el histriónico Joaquín Levinton (todo de negro, con un pantalón vinílico poco recomendado para el día) conquistando la pasarela. De ahí fueron a la casi rapeada “Disconocidos”; a la cadenciosa “Malas decisiones”, con una última vuelta para corear; y a la explosión de “Loco un poco”, también sumando voces en el público (es una canción que pide presencia en estadios)
“Cuatro personalidades” pasó entre animaciones cartoon psicodélicas de elefantes, y una ola de brazos agitándose ante el solo de flauta a émbolo de Joaquín. “Genio” le dijo un trajeado Leandro Lopatín, su viejo socio de aventuras, que tuvo su solo en “Casanova”. Levinton se colgó la guitarra acústica para “Magia blanca”, entre cálidos colchones de órgano; y presentó “una nueva, ‘Todo por nada’”: “Dos palabras y ‘por en el medio”, explicó. “Después preguntan cómo es hacer canciones”, bromeó, antes de entrarle al tema, vestido con teclados techno de Ríspico (Nicolás Ottavianelli).
Le dieron la guitarra de nuevo para “Pasos al costado”, esa si muy de cancha (mostró una camiseta de River antes de arrancar), con Lopatín compartiendo pasarela por un instante. “Cuidado con lo que desees”, avisó el frontman, antes de regalar una púa.
Convocantes
Silvestre y la Naranja, un proyecto en crecimiento en los festivales, encabezados por el carismático Justo Fernández Madero, de chaleco y pantalones floreados: una pospuesta cancionera con elementos de soul y funk, entre los falsetes y la dupla de bronces. Así recorrieron su repertorio, en cancioens como “Tu veneno”, “Hechizao” y “Supersticiones”
El incombustible Facundo Soto llevó a Guasones a protagonizar el primer show nocturno, de la mano de “Me muero”, “El huracán” o la dylaniana “Me estás tratando mal”. “Vamos los Guasó”, fue el coro futbolero que los recibió. Respondieron con “100 años” (“A cantar no aprendí, pero igual sigo cantando /A besar me enseñó tu mujer, y vos lo sabés”).
“Empezamos a cambiar la lista”, avisó Soto, antes de rockear con “Leila”: “prefiero que hablen con sus guitarras, tocan muy bien el puto rock and roll”. Así invitó a Maximiliano Timczyszyn y Matías Sorokin a que crucen sus guitarras, sumando un solo de piano de Yamil Salvador.
Guasones en pleno, con Facundo Soto amplificado en la pantalla. Foto: Carolina Niklison
De regreso
Los rosarinos de Indios, reunidos nuevamente en el último año, tomaron el testigo con su propuesta indie groove bailable, con el frontman Joaquín Vitola como un Jesucristo en pantalón de vestir ancho y camisa con jabot, y una voz sutil, algo de Goyo Degano con pinceladas de Adrián Dárgelos. Pasaron “Perdiendo la cabeza” y “Tardes de melancolía” (que justamente grabaron con Goyo), que arrancó gritos de fans ante pasitos de baile. El guitarrista Nicolás de Sanctis pasó al frente para cantar “El sol ya estaba ahí”.
“A ver si nos extrañaron”, se preguntó el cantante, y “Ya pasó” fue coreada por un público eminentemente femenino. “Es mucha emoción, vamos a procesar. Estuvimos en el Harlem de 2019, es el peimee show de festivales desde nuestro regreso”, dijo Vitola, antes de “Ritmo y percepción”, “Imitándote”, “Jullie” y “Lucidez”, con un poderos agudo final en la voz.
En ese momento estaba cerrando su set (del otro lado de los galpones) Mhtresuno, el rapero de la Villa 31 en formato banda, con elementos de reggae en las bases y la presencia del dembow latino.
Joaquín Vitola de Indios sacudió a la audiencia con su voz sutil y sus movimientos. Foto: Carolina Niklison
Maestro de ceremonias
Parado en una plataforma, entre relámpagos, apareció Alejo Nahuel Acosta, más conocido como Ysy A, con el0 trap denso en el bass drum de “Hidro”, saltando por la pasarela en chaleco y bermuda metalizados (verde y lila, respectivamente). Fue al estandarte “Una de dos” (“Mi frase en su remera impresa / Mi flow levantando una empresa”) y la argentinidad de “Pasa que yo”, antes de que le tiren una bandera con su logo y retome con “Trap de verdad”, entre volutas de humo”.
“Muchísimas gracias por recibirme. Ayer recordé que Santa Fe fue la primera ciudad donde me llevó el rap en 2016”, contó, antes de pasar a “Toda la vida”, con la electrónica de “El after del after” su por ahora último álbum editado (en un mes sale el próximo).
Siguió con “Lugares que llego” y “Copenhague” (con llamaradas detrás) y “24/7 6.5”, con el feat grabado de Jere Klein y las imágenes del convite en el Lollapalooza. Después de “Ganas” le tiraron un corpiño animal print; invitó a Sixto Yegros para las dos colaboraciones que tienen: “Está que quema” y “Ping pong”.
Ysy A invitó a Sixto Yegros (que había actuado en el Escenario Alternativo) para las dos colaboraciones que tienen: “Está que quema” y “Ping pong”. Foto: Carolina Niklison
“¿Cómo la estamos pasando, mi amor?”, preguntó, antes de ir a “Full Ice”, regreso al trap pesado y autotuneado”, y “Vuelta a la Luna”. “Cada vez que” fue dedicada a sus “fieles seguidores, los Demoledores”, y “Tantas tentaciones” los tuvo a Bhavi y Milo J desde la pantalla, también filmados en San Isidro.
La voz de Julio Cortázar leyendo “Los amantes” sonó como prólogo de “Vamo a darle”, otra demostración de comunión con la audiencia de un artista experimentado, que siente que el escenario es su lugar natural.
El cantito de “Olé olé, Ysy Ysy” sonó muy vieja escuela. “Ustedes hicieron este movimiento”, agradeció”, antes de “El amanecer”. “Ustedes me apodaron el hombre sismo, pero las que hacen el sismo son las miles de almas que saltan”, convocó, antes de “Relojes reventados”: parte de su fusión tanguera en los bandoneones de la pista.
Subió a “¿Cuántos términos?” y “Como chilla ella” cantada por la multitud (“Ysismo-Evlay”, disparó, comentando su colaboración con Facundo Yalve), y “Tamo loco” en la despedida.
Homer el Mero Mero, entre la influencia tanguera y el reggaetón, siempre “bandolero”. Foto: Carolina Niklison
El final
El último número vivo de la noche, antes de la fiesta, fue Homer el Mero Mero: Lucas Darío Giménez se presentó con una formación de bandoneón, contrabajo y teclados en vivo, junto al DJ pistero. De traje y sombrero de ala (un fedora dado vuelta, en realidad), y bajo la consigna “Esto no es música es droga”, repasó éxitos de temática carcelaria, como “Libertad” (“Libertad, es el reencuentro con la vida / Faltan diez años pa’ sentir esa alegría”) y callejera, como “Fuera de juego” o “No es ATP”. El final fue reggaetonero, con pirotecnia y mascotas de dos comercios de productos canábicos.
Mientras el DJ Dramer proseguía su set de house hasta las 2 de la mañana en el Escenario Alternativo, el Outdoor ya estaba decorado con cuatro sakuras (flores de cerezo) gigantes, a falta del tradicional árbol, anunciaban el comienzo de la Fiesta Bresh, para quienes tuvieran piernas para bailar. Y para esperar más agite musical en la tarde y noche del domingo.
La Bresh llegó para dar un cierre descontracturado a un largo día de música. Foto: Carolina Niklison
Fuente: El Litoral