Cosquín Rock 2025 | Un paisaje conocido y único a la vez: todo lo que dejó el festival más federal de la música
Como una marea, las personas llegan a Punilla con la emoción impresa en sus caras. Avanzan por los pasillos del predio, corren, se sumergen en el barro, intentan no estancarse y vuelven a correr. Así continúan hasta alcanzar el escenario de la banda que esperan ver desde hace tiempo. En el fondo, como un domo que lo cubre todo, las sierras cordobesas, la amistad y las pasiones. Cosquín Rock celebró sus 25 años con la edición más convocante de su historia, más de un centenar de artistas y 110.000 fanáticos que demostraron, una vez más, por qué se trata del festival más federal del país.
«La Pachamama es rollinga», agradeció una chica al ingresar. Una hora antes de que se abrieran las puertas, la lluvia colmó la ciudad de Santa María de Punilla. Sin embargo, como por arte de magia o de gracia, el cielo alcanzó a despejarse y salió el sol para acompañar ambas fechas. Con esta misma cuota de mística, inició uno de los eventos más esperados por los amantes de la música.
Los puestos de remeras colmaban las calles, uno tras otro, por cuadras y cuadras. Las canciones se escuchaban en cada esquina: un poco de La Renga, otro de Los Redondos, también Callejeros. Principalmente, Los Piojos, banda que regresaría al festival después de 15 años. El rock tomaba la cabecera, también las banderas y la cerveza caliente. De a poco comenzaba a formarse un paisaje conocido, pero único a la vez.
Es que después de 25 años, el Cosquín Rock se convirtió en un ritual tanto para los fanáticos como para los artistas. Un lugar de reencuentro que entrelaza los sonidos másclásicos y modernos, y revisita las raíces propias de la música nacional. Por tales motivos, surgieron llamativas colaboraciones como Dillom con los Auténticos Decadentes, CA7RIEL con Los Piojos, Nicky Nicole con Lula Bertoldi, Catriel el baterista de Divididos con Peces Raros, Wos con Conociendo Rusia o Paco Amoroso en el pogo de Skay.
«Si nos tocan a uno, nos tocan a todos», dijo Dillom, al defender a María Becerra de los dichos del presidente Javier Milei. Lo mismo hizo Emiliano Brancciari, cantante de No Te Va a Gustar, al referirse a la suspensión del recital de Milo J en la Ex ESMA o los ataques a Lali. «Repudio y rechazo absoluto», aseveró Joaquín Levinton, cantante de Turf. La defensa de la cultura y de los artistas fue una de las banderas del festival. Mientras que, en el regreso de Los Piojos, Ciro modificó su canción y lanzó: «Tanta mentira, tanta criptomoneda, tanta libertad«.
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De esta manera, la hermandad, el reencuentro y la camaradería no solo alcanzaban al público, sino también a los artistas. Un altar a lo colectivo que formaría parte de esta nueva edición.
Día 1: de la lluvia a una catarata de bandas
A lo largo de la historia de Cosquín, la lluvia ocupó un rol protagónico y, como era de esperarse, el aniversario no fue la excepción. Los shows de Santi Celli, Jóvenes Pordioseros y Ryan, encargados de dar el puntapié inicial, se complementaron con fanáticos bailando bajo la lluvia. Sin embargo, se despejó de manera inesperada, y la jornada continuó con una catarata de las principales bandas clásicas y emergentes del país.
Cruzando el Charco brindó una presentación completa con sus principales hits en el escenario Montaña; mientras que el dúo El Zar, hizo lo propio con su clásico indie-pop para acompañar la salida del sol. Llegadas las cuatro de la tarde, fue el turno de uno de los homenajes más esperados: Hilda Lizarazu interpretó las obras maestras de Charly García en el escenario Norte, con canciones como «Necesito tu amor», «Rasguña las piedras» o «Nos siguen pegando abajo».
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Ya el día comenzaba a tomar un mayor dinamismo y, con las localidades agotadas, el pedio empezó a llenarse de fanáticos en todos sus espacios. La grilla fue una ametralladora de bandas, dónde la elección parecía ser difícil y optar por un miti-miti dependía de qué tan lejos quedará el otro escenario.
Llegó el turno de los icónicos grupos uruguayos: La Vela Puerca y No Te Va a Gustar. Los primeros abrieron con una impecable tríada compuesta por sus himnos: «El Viejo», «Sé a dónde quiere ir» y «Colabore». Esta vez, en el escenario Montaña, los seguidores se sumergieron por completo en la fiesta, bailaron y armaron rondas en cada una de las canciones. Incluso, Emiliano Brancciari se unió a sus colegas para interpretar Zafar.
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Acto seguido, en el escenario Norte y Sur se midierondos oriundos de La Plata: El Mató a un Policía Motorizado, banda cabecera del indie nacional, y Guasones, ideal para el público rollinga. Los primeros brindaron un show completo con sus principales hits, empezando con «Sábado» y concluyendo con «Chica de Oro».
Sus sucesores en el escenario fueron nada más y nada menos que Divididos. La «aplanadora del rock» armó una lista propia de festival y enloqueció al público en minutos. Sin duda, el trío conformado por Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella fue uno de los puntos más fuertes de la jornada, paseando por los temas principales de sus discos.
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Mientras, en el escenario de enfrente estaba Wos, un referente de las nuevas generaciones, quien interpretó temas como «Androméda», «Canguro» o «Que se mejoren» que hicieron vibrar al público. También «Cabezas cromadas» con la presencia de Dillom en el escenario. Además, se dio el lujo, como en varios de sus shows, de realizar un freestyle en vivo en honor a sus raíces. Algo que sin duda mantiene intacto, al igual que el beatbox.
Por la noche, las elecciones volvieron a complicarse. En el escenario Norte subió Airbag, con una presentación que reafirmó la fuerza y vitalidad que poseen en los shows en vivo; mientras en el Sur, Babasónicos, con su clásico romanticismo, sensualidad y una llamativa puesta en escena, demostraron por qué se posicionan como una de las bandas más importantes del rock nacional. Allí, tocaron hits como «La Pregunta», «¿Y qué?» o «Sin mi diablo». Sin duda, atrapante y eléctrico.
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En el horario principal, se presentó Dillom, uno de los artistas más consagrados del último tiempo con el lanzamiento de su disco «Por cesárea» y anteriormente «Post Mortem». En el recital, el cantante fue digno de la categoría de un rockstar, se movió por toda la pasarela, bailó como Mick Jagger y recorrió cada una de sus canciones. Mientras que, en el show próximo, reapareció para interpretar «Los Piratas» junto con los Auténticos Decadentes.
Para cerrar la velada, Los Ratones Paranoicos tocaron sus clásicos «Rock del gato», «Para Siempre» y «Sigue Girando». La noche cerró con las expectativas puestas en la grilla del domingo y el ansiado regreso de Los Piojos.
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Día 2: el esperado regreso y un cruce de generaciones
El domingo estaba soleado. Las expectativas de que la lluvia irrumpa ya se habían extinguido y solo quedaba una certeza: la grilla contaba con bandas icónicas del rock nacional, como Los Piojos, Las Pelotas y Skay; pero también con importantes artistas de las nuevas generaciones como CA7RIEL y Paco Amoroso, Nicky Nicole o LuckRa.
El dúo fue uno de los puntos más llamativos de la tarde. Con un estilo funky y groovero hicieron bailar a todos los presentes en cada una de las canciones, posicionándose como uno de los grupos más fuertes tanto en la escena local como internacional. Los sonidos eran renovados y a la vez, revisitaban un estilo similar a lo que fueron los Illya Kuryaki.
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Por su parte, el escenario Paraguay y el Montaña se llenaron de propuestas indies, comenzando con Fonso y Las Paritarias, Lara 91K y Blair, una artista revelación que pisa fuerte en la escena nacional, para luego continuar con grupos más consagrados en el género como Silvestre y La Naranja o Bandalos Chinos.
Las Pelotas llegaron a las 19 hs en el escenario Sur. La histórica banda recibió un homenaje por su asistencia perfecta al festival. Sí, integró la grilla durante los 25 años. Además, interpretó canciones como «Víctimas del Cielo», «Será», «Shine» o «Capitán América» para cerrar. Luego lo secundó nada más y nada menos que Skay, la fiesta iba en creciendo y los pogos colmaban el predio, pero el show terminó de la manera menos pensada: falló la guitarra en el solo de «Ji ji ji» y, tras varios desperfectos técnicos, el músico decidió cortar de forma abrupta.
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Por el escenario Norte, la propuesta era completamente distinta. Nicky Nicole tenía su primera presentación en el Cosquín Rock y, si bien se caracteriza por otros géneros, supo darle una vuelta de tuerca a las canciones para que mantengan una vibra más rockera. Incluso, interpretó la canción «Seminare» en uno de los momentos más emotivos de su presentación y cantó junto con Lula Bertoldi, de Eruca Sativa. Acto seguido, La Delio Valdez trajo la cumbia y el baile al escenario.
Ya al cierre llegó el momento más esperado de la noche. Los Piojos volvían a presentarse en el festival cordobés después de 15 años, con un show de más de tres horas, recorrió un sinfín de canciones que encendieron por completo a los fanáticos. Abrió con «Arco», «Te diría» y «Yira Yira», para luego continuar con uno de los set-list más completos de la noche, entre los que se encontró temas como: «Ruleta», «Ay Ay Ay», «Genius», «Muevelo», «Desde lejos no se ve», «Como Alí» o «Tan Solo», con la presencia de CA7RIEL. El épico cierre se dio con canciones como «Marado», «Farolito» y «Verano del 92». Sin duda, una reconfirmación de por qué a pesar de los años son una de las bandas más icónicas del rock nacional.
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Además, allí quedó plasmado el alcance federal del festival. Ciro Andrés Martínez nombró a cada una de las provincias, en ninguna se escuchó un silencio. Todas estaban presentes, desde Jujuy a Tierra del Fuego. De acuerdo a los números informados por Cosquín, más del 58% de las personas provenían de regiones ajenas a Córdoba.
Sin embargo, para darle el cierra final, fue Luck-Ra quien llegó con una propuesta cuartetera en el escenario Norte y se dio el lujo de interpretar canciones como «Yendo de la cama al living» o «Toco y me voy» de la Bersuit. Por último, Peces Raros concluyó la noche con una de las propuestas electrónicas más llamativas de la escena local.
Así el show se fue apagando y la gente se retiraba del predio en una caravana. El rock seguía en cada una de las esquinas, las cervezas ya no estaban calientes, la sensación de cansancio y euforia colmaban Punilla. Un paisaje conocido, sí, pero único en su especie. El Cosquín Rock es un evento bisagra en la música nacional y esta edición no fue la excepción.
Fuente: El Cronista