Estelares celebró 30 años de sensibilidad musical

Manuel Moretti no es el típico frontman del rock, si se lo contrasta con el imaginario que gira en torno al rol. No apela a la pirotecnia performática, ni agita el pogo, a veces se cuelga la guitarra y la oratoria la usa para contar la historia que hay detrás de sus canciones. Por más que parezca poco glamuroso, no tiene vergüenza en revelar su autoexigencia al momento de componer, casi al borde de la reprimenda, y menos aún que se “cagó de hambre” antes de convertirse en hacedor de hits. Nunca se vio a un rockero local despedirse de un recital con un vinilo de Leonardo Favio en mano, a manera de símbolo inspirativo de su arte. Está más cerca del estereotipo romántico de un poeta y, por más que tenga un micrófono en mano, lo que le da poder, se piensa como un plebeyo. Lo que lo vuelve aún más querible.

A pesar de que tampoco se viste como un rockstar, la efectividad del show del juninense es tal que una vez que termina de actuar el público sale disparado al puesto de merchandising dispuesto a llevarse cualquier cosa de ahí: remeras, vinilos, libros, chapitas, pósters… Lo que fuese. Antes que ser una víctima del show business, Moretti es un instrumento de la canción. Sobre todo de su poder. 

Todo eso sucedió en la celebración del 30 aniversario de la fundación de Estelares, la banda de la que forma parte, en la noche del sábado en el Teatro Gran Rex. Luego de estos años de trajín, el vocalista sigue teniendo como cómplices al guitarrista Víctor Bertamoni y al bajista Pali Silvera, y esa terna fue la que se puso al frente del resto de los músicos ni bien salieron al escenario.

El festejo lo arrancaron rockeándola con “Montañas de amor”, aunque luego invocaron a la sutileza mediante “Sólo por hoy (chica oriental)”, cuyas teclas en clave asiática denotan una vez más el legado de “China Girl”, himno de David Bowie, en la cultura pop occidental. Lo que también quedó en evidencia en el rock argentino con temazos no sólo como éste de Estelares, sino con “Vámonos de viaje”, de Bandalos Chinos. Como respuesta a la dedicatoria de la canción al público de parte de Moretti, la gente la cantó sentada, pero alzando sus brazos. Lo que brindó la polaroid de un ejército de manos. Amén de que fue el primer llamado de atención sobre la construcción de la dialéctica entre artista y fans. A continuación, el frontman introdujo a “Melancolía” explicando que alguna vez tenían que hacer un tema tanguero.

El grupo trepó de una melancolía a otra por intermedio de “Las trémulas canciones” (vale la pena recordar que su videoclip fue dirigido por Fito Páez, lo que significó su debut como videasta). En ese inventario de temas, épocas y evocaciones, ahora el turno le tocaba a su presente más reciente. Y para ello eligieron “Este despertar”, de su último álbum, Un mar de soles rojos (2022), balada cargada de una intensidad más próxima a la canción melódica hispanohablante de los años 70, esa que acuñaron Nino Bravo, José José o Roberto Carlos, que a la del rock. Al avisar que se venían “Las lunas”, de entre el público se pudo a escuchar a un hombre exclamando: “¡Qué temazo!”, y le secundaron “Superacción” (en la que el cantante se colgó la guitarra acústica y la tributó a “los fans de siempre”) y el pop “Río de lava”.

“Nunca pensamos que esta canción la cantarían las hinchadas de fútbol”, expresó Moretti al presentar “Ella dijo”, ejecutada en esta ocasión con fidelidad a la versión original. Tras el rock de escalas y progresiones “Horneros calientes”, la banda desfundó la rauda “Un show”. Se mantuvieron en esa misma sintonía melódica en “No hay más”, pese a que le bajaron un cambio a la potencia. Lo que vino bien para la inserción en el recital de “Rimbaud”. “Esta canción la hice mientras estudiaba Bellas Artes en la Universidad Nacional de La Plata. Digo esto porque nos formó la educación pública, y la universidad pública y gratuita. Y aprovechamos para decir que hemos sido cuidados, tratados y curados por la salud pública también gratuita”, señaló el músico, cantante y compositor.

El teatro se levantó en ese pasaje, un gesto que el líder de Estelares atendió con un sincero “Es un placer verlos tan entusiastas”. Frente a la tentación de alimentar la efervescencia con alguno de sus éxitos fervorosos, la banda volvió a procrastinar el clímax con el tema de notable tracción indie “Encantan”. 

Pero fue sólo cuestión de amague, porque volvieron a apelar por esa emoción tan identitaria suya en “Cristal”, sucedida por “Alas rotas”, a la que Moretti identificó como un cruce en el río del melodrama. A esas alturas, el show era un camino de ida. Y es que la pasión deambulaba por toda la sala. Lo que puso a prueba “Aire”. Mientras el frontman introducía esta canción en el centro del escenario, los músicos se juntaron en un extremo mirándose entre sí, como si esperaran, de algún modo, la señal para catapultar su himno seminal.

Como síntoma de agradecimiento, desde el público le lanzaron al vocalista una camiseta de Sarmiento de Junín, el club de fútbol de sus amores, que colgó en el pie del micrófono. A manera de talismán. Y tras hacer “Un día perfecto”, salieron de escena. Si un rasgo del show rengueó, fue la puesta en escena, que se comportó poco funcional al cancionero que prepararon y en especial al relato de la performance. Una nueva muestra de que una canción sola puede hablar más que cualquier otra cosa en un recital. Minutos más tarde, Estelares regresó al mismo lugar donde había celebrado sus 20 años de trayectoria. Y en esta ocasión lo hizo con invitaciones. Previo a eso, tocaron el tema de espíritu blusero “¿Quién no se ha besado en Mardel?”, en el que se evocó el origen de su concepción.

Llamaron a Carmen Sánchez Viamonte, sensación de la escena platense de rock, para unir fuerzas en “Doce chicharras”. Y luego Moretti advirtió que se venía su obligación para con la canción melódica. Entonces desenvainaron su cover de “El gato que está triste y azul”, clásico popularizado por Roberto Carlos, y uno de los singles publicados por la banda este año, junto con “Ella”, que fue de la partida (en el show anunciaron que preparan nuevo álbum). 

También convocaron para cantar “Es el amor” a Nahuel Penisi, quien se fue ovacionado del teatro Gran Rex. El final del concierto no podía ser de otra manera que con uno de los temas que había iniciado esta historia, “El corazón sobre todo” (al que le mecharon el bajo de “Under Pressure”, aquel clásico de Queen y David Bowie). Podrán haber faltado temas como “América”, pero si algo le sobró a este festejo fue justamente eso: corazón.

Fuente: Pagina 12