Estos son los libros del año 2021
«El corazón del daño», de María Negroni, «Chicas en tiempos suspendidos», de Tamara Kamenszain, «Yo recordaré por ustedes», de Juan Forn, «Las señoritas», de Laura Ramos, «La estirpe», de Carla Maliandi, «El Di Tella», de Fernando García, «La otra guerra», de Leila Guerriero y «Una presencia ideal», de Eduardo Berti fueron los libros más votados.
Diciembre es tiempo de balance y también de mirar hacia adelante, programar lecturas y, por qué no, evaluar lo que se ha leído (No desespere, siempre hay pendientes. Siempre). Para la cofradía de los amantes de los libros, las listas de títulos son herramientas de consulta y asistencia; saber qué leen y recomiendan lectores calificados nos entusiasma y nos ayuda a la hora de la propia elección. En el recorrido que cada fin de año hacemos desde esta sección, esta vez elegimos ir un paso más allá y no solo preguntarles a varias personalidades por sus libros favoritos sino intentar un análisis de esos resultados. La produccion invito 64 actores destacados en diferentes áreas de la industria cultural a seleccionar tres títulos de entre sus lecturas de este año. No se les pidió que justificaran la elección, hubo total libertad en materia de género literario y también a la hora de optar por el origen de los autores o de los libros.
El corazón del daño, de María Negroni, Chicas en tiempos suspendidos, de Tamara Kamenszain, Yo recordaré por ustedes, de Juan Forn, Las señoritas, de Laura Ramos, La estirpe, de Carla Maliandi, El Di Tella, de Fernando García, La otra guerra, de Leila Guerriero, Yoga, de Emmanuel Carrère y Una presencia ideal, de Eduardo Bertifueron los libros más votados en esta gran producción. (Los votos de cada uno de ellos pueden verse en esta nota). A tono con los tiempos, no solo la selección de los jurados fue paritaria, los resultados también. Para quien sigue el devenir del mundo de los libros, no puede decirse que se trate de una sorpresa, aunque sí un reconocimiento a grandes textos de ficción y no ficción escritos por grandes autores. La mayoría de los libros votados tuvieron espacio en esta sección a través de notas y entrevistas.
Los dos libros más votados fueron libros escritos por mujeres poetas, una de ellas (María Negroni), reciente ganadora de dos premios municipales y la otra, (Tamara Kamenszain), fallecida a los pocos días de la publicación de su celebrado ensayo en verso. El tercer libro más votado fue escrito por otro querido escritor (Juan Forn) que murió este año. Hubo dos títulos muy votados vinculados con la historia política y cultural argentina (El Di Tella, de Fernando García y La otra guerra, de Leila Guerriero), una novela que tiene puntos de contacto con la historia de este país (La estirpe, de Carla Maliandi), una novela enmarcada en la literatura del yo escrita por el gran exponente del género de novela de no ficción y bestseller, el francés Emmanuel Carrere y un libro de género inclasificable, tal vez el más sorpresivo, escrito a partir de testimonios reales en una unidad de cuidados paliativos, y que curiosamente, pese a tratar sobre historias al borde de la muerte, es un libro luminoso, como el de Eduardo Berti.
Como se puede apreciar, salvo el libro de Carrère, el resto de los títulos son de autores argentinos, algo que se reprodujo en el resultado total de la producción. Del mismo modo, hubo muchos libros de grandes grupos editoriales pero hubo, también, libros muy votados que fueron publicados por editoriales independientes. Si uno se pone a hacer un recorrido fino entre todos los títulos que se votaron (lo invito nuevamente a que vaya a leer la nota correspondiente), se va a encontrar con libros de autores consagrados, con autores noveles, con primeras novelas, con editoriales que lanzaron este año los primeros libros de su catálogo y también con una curiosidad: el llamado Libro blanco, un texto de ficción de gran calidad publicado por la editorial Seix Barral a la manera de experimento sin nombre de autor ni título, aunque algunos rastros dentro de la historia actúan como signos que para un lector entrenado podrían ser suficientes para develar el enigma (¿su autor o autora estará entre los votantes de esta encuesta?).
Otros libros que recibieron varios votos fueron:
Autorretrato, de Celia Paul; Se vive y se traduce, de Laura Wittner; Encrucijadas, de Jonathan Franzen; Sr. y Sra. Baby, de Mark Strand; Los Llanos, de Federico Falco (libro del 2020, pero que por haber ganado diversos premios fue también muy leído este año); Otras cosas por las que llorar, de Luciana De Luca; La obligación de ser genial, de Betina González; ¿La rebeldía se volvió de derecha?, de Pablo Stefanoni; La ola que lee, de César Aira; La mujer pintada, de Teresa Arijón; Cosas pequeñas como esas, de Claire Keegan; Una casa lejos de casa, de Clara Obligado; Un amor, de Sara Mesa; Sontag. Vida y obra, de Benjamin Moser; Hamnet, de Maggie O Farrell; Parte de la felicidad, de Dolores Gil; El libro blanco (autor anónimo); Las gratitudes, de Delphine de Vigan; Wilcock, de Adolfo Bioy Casares y Arte folk americano, de Hernán Vanoli.
«Autorretrato», de Celia Paul, fue publicado por Chai
A continuación, lo invito a conocer más en profundidad los nueve títulos más votados, a través de breves reseñas (y algo más) sobre ellos.
El corazón del daño, de María Negroni
«El corazón del daño», de María Negroni, fue publicado por Literatura Random House
Una frase volcánica condensa el núcleo de esta novela, una de las más votadas por los expertos consultados. ”Mi madre: la ocupación más ferviente y más dañina de mi vida. Nunca amaré a nadie como a ella (…) Nunca sabré por qué mi vida no es mi vida sino un contrapunto de la suya, por qué nada de lo que hago le alcanza”
Desde su publicación,El corazón del daño se ganó la admiración de los lectores a través de un abordaje sofisticado de materiales autobiográficos desde la ficción y de una propuesta que responde a la mirada del mundo de María Negroni como poeta: hacer estallar el lenguaje. Esta vez, la hibridez clásica de los textos de Negroni -su credo no son los géneros sino la idea de escritura- apunta a la autobiografía y, con ella, el trabajo de la literatura sobre la verdad de los hechos que se narran. Una vez más, como en toda su obra, hay un trabajo con la lengua, que es explorada tensando los límites con un objeto: rescatar las palabras del sentido común.
“Mi madre mueve las manos. Son las manos más solas del mundo”.
“La poesía es la continuación de la infancia por otros medios”
“Un libro es un cementerio hermoso”
María Negroni, por Alejandra López
Hay una narradora en primera persona que es protagonista y otra protagonista, central, que es aquella hacia quien está dirigido el relato: una madre, la madre de la narradora. En El corazón del daño, la infancia y la militancia de los 70 resultan elementos claves de la historia con todo aquello que conllevan: la formación, la familia, el exilio, el regreso, la memoria.
Poeta, ensayista, narradora, docente, María Negroni nació en Rosario y vivió muchos años en Nueva York. Es autora de libros como Elegía Joseph Cornell, Islandia, Objeto Satie, El sueño de Úrsula, La anunciación, Archivo Dickinson y Pequeño mundo ilustrado (que acaba de ser reeditado).
Su obra fue premiada en varias ocasiones, tanto en la Argentina como en otros países; de hecho acaba de recibir dos premios municipales, uno en Ensayo y otro en Poesía. Muchos de sus libros fueron traducidos a otras lenguas y ella misma es una gran traductora de poetas como Elizabeth Bishop, Sylvia Plath o Marianne Moore entre otras. Doctora en literatura latinoamericana por la Universidad de Columbia, es la creadora y directora de la Maestría de Escritura Creativa en la UNTREF, es decir que a la vez que escribe, María enseña a leer y a escribir.
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Chicas en tiempos suspendidos, de Tamara Kamenszain
«Chicas en tiempos suspendidos», de Tamara Kamenszain (Eterna Cadencia)
En los tiempos que vivimos pocas veces los libros circulan de mano en mano a la manera de un samizdat o de boca en boca, como un conjuro. Eso ocurrió con esta maravilla de ensayo en verso de Tamara Kamenszain, libro escrito durante el tiempo más crítico de la pandemia y que vio la luz casi en sintonía con la inesperada muerte de su autora. “Las mujeres no escribimos/ para convencer a nadie”, dice en uno de los poemas en los que reflexiona sobre grandes nombres de poetas/poetisas que la antecedieron, la pelea por la palabra y los significados y, también, la pelea por el espacio, por el nombre, por un lugar alejado de la consabida mesa literaria a la que se destinaba a las escritoras para que siguieran discutiendo entre ellas -entre nosotras- si existe o no una poesía o una literatura femenina mientras los autores varones se reservaban los grandes debates sobre la forma, la estructura, la política de la lengua y el monopolio de la literatura que le interesa a todo el mundo.
Lo escribió así:
Poetisa es una palabra dulce
que dejamos de lado porque nos avergonzaba
y sin embargo y sin embargo
ahora vuelve en un pañuelo
que nuestras antepasadas se ataron
a la garganta de sus líricas roncas.
Si él me llama le dices que he salido
había pedido Alfonsina mientras se suicidaba
y eso nos dio miedo.
Mejor poetas que poetisas
acordamos entonces entre nosotras
para asegurarnos aunque sea un lugarcito
en los anhelados bajofondos del canon.
Y sin embargo y sin embargo
otra vez nos quedamos afuera:
no sabíamos que los poetas
gustan de volverse vates
mientras a las chicas en lenguaje inclusivo
la palabra vata no nos suena
porque las mujeres no escribimos
para convencer a nadie.
Por eso la poetisa que todas llevamos adentro
busca salir del clóset ahora mismo
hacia un destino nuevo que ya estaba escrito
y que al borde de su propia historia revisitada
nunca se cansó de esperarnos.
Tamara era en la Argentina uno de los nombres de la poesía. Para mi generación, la de los nacidos en la década del 60, ella era uno de los nombres de la poesía y también de la literatura; además de su talento poético, tenía una manera admirable de practicar la crítica literaria y el periodismo cultural, con la lengua argentina en esplendor y sin altanería, como quien comparte un tesoro porque es mayor el regocijo.
Maestra de generaciones de poetas esperanzados del verso, Tamara daba cátedra en sus charlas, sus comentarios y sus artículos periodísticos, como en el caso del último que escribió o, al menos, el último que se hizo público, a propósito de la reedición del libro de Mariana Eva Pérez, Diario de una princesa montonera, en donde concibió un texto de divulgación como una pieza de análisis potente y al borde de la perfección, que articulaba literatura, política, cultura y sociedad en un conjunto de ideas brillante.
Tamara Kamenszain
La entrevisté en 2018, cuando salió El libro de Tamar, cuando la Tamara poeta y ensayista comenzaba a dibujar a la Tamara narradora en ese libro breve y autobiográfico que cuenta una larga historia de amor, apagada por el fracaso y el duelo. Miro las fotos de ese día y la recuerdo sonriente (Tamara era una chica que sonreía mucho, era pura sonrisa, y creo, a juzgar por su último libro de poemas, que le gustaría que se dijera eso, que seguía siendo una chica) diciendo que con ese libro terminaba un duelo.
Habló de un gran alivio. Y habló del lector como su héroe. Tamara era uno de los nombres de la poesía y no escribía solo para ella o para un círculo de elegidos. “Me gusta y me divierte pensar que el otro se interese, entienda, sepa de qué estoy hablando, o le pueda transmitir algo que le sirva. No sé cómo llamarlo, no es autoayuda pero algo de eso también tiene”, dijo ese día.
Antes, otro día, escribió:
escribir poesía para mí
es dar y recibir una promesa
de supervivencia
Chicas en tiempos suspendidos cruzó el océano del gusto y las preferencias de los lectores ya que también resultó elegido entre los mejores libros del año en la encuesta realizada por Babelia, el suplemento literario del diario El País, de Madrid.
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Yo recordaré por ustedes, de Juan Forn
«Yo recordaré por ustedes», el último libro de Juan Forn, fue publicado por emecé
Durante muchos años, Juan Forn nos contó el cuento del mundo y de sus habitantes desde sus contratapas de Página 12 de los días viernes. En realidad, lo que hacía Juan era narrar extraordinarias historias de vida, arte y literatura del siglo pasado, a través de un estilo clásico y singular a la vez. “Me divierte la idea de que las contratapas fueron como pequeñas notas al pie de un libro como “Historia del siglo XX” de Hobsbawm”, aseguraba. Sabiendo que ninguna división desanimaba a los amantes de los buena literatura, sus contratapas se convirtieron en un espacio que consiguió sortear la grieta política y del gusto a través de textos atractivos, ricos y maduros, en una sociedad que comenzaba a transitar una fisura estricta que perdura y empobrece. El siglo XX pasó por esas contratapas en las que Forn se refugió para superar una enfermedad (pancreatitis), un malestar profundo con su propia persona y que también significó el distanciamiento con la ficción, que en un comienzo había sido el espacio que lo condujo hacia los lectores a través de textos como Nadar de noche, Frivolidad o María Domecq.
Las contratapas de Forn llegaron como con naturalidad al formato libro a través de cuatro volúmenes titulados Los viernes y, más tarde, luego de una experiencia editorial ya más antológica en Chile con la editora Andrea Palet que lo dejó entusiasmado, se propuso reconstruir el mapa de sus viernes con un sentido diferente. Fue entonces que quiso también ser el editor final de esas contratapas, así como había sido editor del suplemento Radar del diario en el que escribía o en colecciones fundamentales como Biblioteca del Sur, en los 90, y en Rara Avis, ya más cerca en el tiempo en donde se ocupó de devolverles vida a libros de Vasco Pratolini o Isidoro Blaisten, entre otros, así como de descubrir talentos extraordinarios como Camila Sosa Villada y su premiadísimo Las malas.
Era escritor pero era sobre todo un gran lector. En la vida real, en sus correos, Juan escribía como si estuviera hablando y lo hacía en minúsculas, sorteando algunos acentos. El viernes 16 de abril de este año -sí, un viernes- me respondió un mail en el que le proponía venir a mi programa de radio una vez más:
“en cuanto a la entrevista, preferiría que fuera en agosto-septiembre porque en esa fecha voy a publicar una cosa que hice con los viernes: elegí mis 99 preferidas y las puse de corrido, sólo separadas por dos espacios, siguiendo el siguiente orden: empiezo en africa, voy para oriente, de japón paso a rusia, de rusia a mitteleuropa, de ahí a italia, francia, españa, inglaterra, salto a usa, bajo por méxico, hago latinoamérica, termino en argentina y las autobiográficas (mi vieja, mi vida acá en la playa). de esa manera el libro hace una vuelta al mundo que al mismo tiempo funciona como paseo por el siglo.
se va a llamar “yo recordaré por ustedes” y tiene como 400 pgs. quedé muy contento, porque nunca quedé del todo conforme con los tomos de los viernes, parecían meras recopilaciones o selecciones. ahora creo que es otra cosa, algo autónomo, con movimiento propio, un libro de verdad. qué sé yo.”
Juan Forn (Foto: Alejandra López)
Su libro, el definitivo, apareció en agosto, efectivamente, pero él ya no estaba para recibirlo y celebrar. Había muerto sorpresivamente el domingo 20 de junio, día del padre, luego de un almuerzo con su gente querida en Mar de las Pampas, una playa vecina a Villa Gesell, donde encontró refugio cuando decidió que la ciudad ya no era un lugar para él.
A través de sus contratapas, Juan consiguió armar una enciclopedia del siglo XX a su modo y con sus gustos, que terminaron siendo los de muchos de nosotros, en algunos casos tal vez por coincidencia generacional y, en otros, porque Forn fue, desde los diversos espacios que ocupó en la industria cultural, un gran formador del gusto lector argentino de estas últimas décadas. Una vez, en una de las entrevistas que hicimos en los últimos años, le pregunté el por qué de su amor por esos años, por ese siglo.
— Leí en una entrevista que te hicieron que pensabas el siglo XX como el momento histórico que condensa todo lo que te interesa para leer.
-Es que, mirá, te doy un ejemplo muy concreto, yo leo a Fitzgerald, o yo leo a Joseph Roth, que me gusta mucho. Y yo siento que llego hasta esa época. Siento la franela de la ropa, el color del mantel, el nivel de conversación, los prejuicios y miedos. Sé lo que significa la palabra judío, lo que significa la palabra sexo, lo que significa la palabra dinero. Voy 30 años más para atrás y ya soy extranjero; lo sigo pero ya estoy en el mundo, qué sé yo, de Maupassant, el mundo de Baudelaire. Son otras épocas para mí. Los disfruto pero es solo literatura, en cambio lo otro es literatura y es mi tiempo, entonces para mí se vuelven más elocuentes y me interesan todos los rincones de ese salón.
Forn ya no está y al entusiasmo por sus textos se suma también la nostalgia y la tristeza por su muerte y la pérdida de su mirada sobre “todos los rincones” de ese salón. Sus lectores siguen fieles a esas enormes historias de vida que él narraba como nadie y su libro, que lleva por título el de uno de los capítulos, el que trata sobre el cineasta lituano Jonas Mekas quien, en su juventud, leía todo lo que pasaba por sus manos porque se había propuesto ser algo así como la viva memoria de su pueblo, resultó uno de los más leídos, más comentados, más recomendados y también más queridos de este 2021 que se va.
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Las señoritas, de Laura Ramos
Las señoritas de Laura Ramos
Laura Ramos es desde hace muchos años una de las grandes periodistas argentinas y eso lo sabemos los que compartimos oficio con ella y, sobre todo, los que recuerdan con pasión sus columnas de los años 80 y 90 “Buenos Aires me mata” y “Ciudad Paraíso”, con las que modernizó el acercamiento del mundo del rock y la cultura a las grandes audiencias en los medios masivos, a la vez que se convirtió en inspiradora de generaciones de periodistas que vieron en la frescura y originalidad de su prosa un estímulo clave para la experimentación con la propia escritura.
A partir de su espectacular trabajo como biógrafa de los hermanos Branwell, Charlotte, Emily y Anne Brontë, en su celebrado libroInfernales, que le llevó ocho años de investigación y trabajo, Laura Ramos inició una nueva etapa de su carrera que definitivamente se consolidó con la aparición de Las señoritas, un libro en el que reconstruye la vida de veinte de las sesenta y una maestras norteamericanas que llegaron a la Argentina entre 1869 y 1898, a partir del plan educativo de Domingo Faustino Sarmiento.
Laura Ramos (Ale López)
La presencia de esas mujeres, todas provenientes de familias ilustradas, en su mayoría venidas a menos, y con gran vocación pedagógica, sembró la semilla de la educación en el país, aunque no solo de la educación pública, que era la idea original, sino también de gran parte de la educación privada, ya que algunas de ellas finalmente aplicaron sus conocimientos en esa esfera. Uno de los temas clave de esta presencia pionera fue lo que Sarmiento no previó como obstáculo: la religión. En un país católico como la Argentina, la llegada de maestras protestantes fue vista por la Iglesia en varias provincias como una provocación, una imposición a vencer en nombre de la fe.
En Las señoritas, una vez más, Laura Ramos conduce a los lectores a través de una narración apasionante, trabaja con documentos desconocidos con el rigor de una historiadora y consigue transmitir conocimiento a partir de historias de vida de mujeres deslumbrantes y reflejar el espíritu de las ideas del siglo XIX con el talento de siempre.
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La estirpe, de Carla Maliandi
La estirpe, de Carla Maliandi
Carla Maliandi nació en 1976 en Venezuela, pero es argentina. Escritora, dramaturga, directora de teatro y docente. Estrenó siete obras teatrales y participó en festivales nacionales e internacionales. Su primera novela, La habitación alemana, fue publicada en 2017 y resultó una de las grandes sorpresas literarias para la crítica -por su excepcionalidad en el estilo y el tratamiento de los temas, además de por el uso de una lengua dura, precisa y elegante– y también para los lectores.
La estirpe, la nueva novela de Maliandi, sostiene y hace crecer los elogios ganados con su primera ficción. Esta vez, la protagonista es Ana, una académica y escritora, casada y madre de un niño, que pierde la memoria en un accidente ridículo durante la fiesta de su cumpleaños número 40. Nadie entiende por qué ya no reconoce a nadie ni sabe quién es, ni los médicos ni la familia. Ana pierde la memoria y pierde también su lengua, aunque comienza a hablar en otra lengua, y, más aún, a recuperar recuerdos que no son propios. O sí.
Carla Maliandi, por Ale López
Se trata de una novela que aborda de manera original el exterminio de los pueblos originarios en el norte argentino, a partir del “accidente” que sufre una intelectual. No sorprende el lugar que tuvo en la elección de los lectores expertos, ya que el de Maliandi es un libro que se lee apasionadamente de corrido, que sorprende, emociona y hace pensar en la historia personal pero también en la historia argentina, en la paradójica construcción de los gustos y los sentimientos y en la potente vida de las palabras.
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Yoga, de Emmanuel Carrère
«Yoga», de Emmanuel Carrère, fue publicado por Anagrama
Es un libro conmovedor y que también generó polémica. En Yoga, el gran periodista y escritor francés narra su descenso a los infiernos de la locura y reflexiona sobre la búsqueda espiritual, el amor y el fracaso de la pareja a la vez que sortea un inesperado escollo: el acuerdo judicial por el cual su ex mujer tiene derecho a vetar fragmentos de sus obras que la incluyan. Yoga es un relato cautivante en primera persona que está dividido en tres partes que, a su vez, están conformadas por brevísimos capítulos que tienen un título cada uno de ellos (a propósito, la lectura de esos títulos es una experiencia lectora fascinante). En función del proceso de edición del libro, durante el cual su autor debió recortar escenas, personajes y textos por un singular acuerdo de divorcio, la novela de Carrère es un texto resiliente que es como un puñetazo certero en los argumentos de aquellos que dictaminan el ocaso del estilo literario que lo consagró.
Todavía en posparto porEl reino, Carrere se propuso escribir “un librito risueño y sutil” sobre el yoga, una práctica que sigue desde hace más de tres décadas, y que, debido a una serie de eventos algunos inesperados, otros inmanejables, terminó convertido en el libro dramático, conmovedor, espiritual y también problemático del que en todo el mundo se habló y se escribió este año. Un libro que tiene de todo: no siempre se suceden en la vida de una persona y en poco tiempo una masacre en la que muere un gran amigo, una temporada en el infierno de la locura y un divorcio traumático.
El escritor y periodista francés Emmanuel Carrère (EFE/CATI CLADERA/ Archivo)
Aunque Yoga -que estuvo por llamarse Yoga para bipolares- comenzó a escribirse en 2015, se publicó recién el año pasado, en el marco de la pandemia que tiene aún al mundo entre paréntesis. Durante todo ese tiempo su autor cedió al impulso de autodestrucción, conoció los límites de la locura, perdió su vida familiar y parte de sus recuerdos a consecuencia de los tratamientos psiquiátricos, pero también aprendió a respirar de nuevo, a volver enamorarse y hasta a escribir con todos los dedos en homenaje a su querido y extrañado editor.
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El Di Tella, de Fernando García
El Di Tella, Fernando García
Fernando García es periodista y escritor. Es autor de la biografía canónica de Antonio Berni, Los ojos, y es también un gran investigador de la cultura, dedicado fundamentalmente a temas que tienen que ver con la música y el arte contemporáneo. Se define como arqueólogo pop y es en esa dirección que hace años investiga tendencias y grandes historias culturales del pasado reciente.
Fernando García (@frgr67)
Este año y después de un proceso arduo y lleno de descubrimientos, García publicó El Di Tella. Historia íntima de un fenómeno cultural, un libro tan riguroso y monumental como entretenido en el cual, a partir del trabajo con documentos y decenas de entrevistas -varias de ellas fuentes primarias-, logra reconstruir el período de esplendor del Instituto Di Tella, epicentro de la vanguardia artística argentina de la época en materia de arte, teatro, música y danza, cuando otro país parecía posible.
Nombres como los de Marta Minujin, Delia Cancela, Juan Carlos Distéfano, Nacha Guevara, Oscar Bony, Jorge Bonino, Alberto Breccia, Jorge de la Vega, Griselda Gambaro, Gerardo Gandini, Nicolás García Uriburu, Gyula Kosice, Julio Le Parc, Julio Llinás, Rómulo Macció, I Musicisti (futuros Les Luthiers), Oscar Masotta, Hugo Midón, Roberto Jacoby, Marikena Monti, Luis Felipe Noé, Marilú Marini, Alberto Ginastera, Federico Peralta Ramos, Josefina Robirosa, Alfredo Rodríguez Arias, Dalila Puzzovio, Antonio Seguí entre otros, aparecen en sus páginas, así como los grupos Almendra y Manal. El libro detalla el modo en que la modernidad estética pasó por ese emblemático edificio de la calle Florida al 900 entre 1963 y 1970, en sintonía con la expansión de la mayor bomba artística del pop: Los Beatles.
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Una presencia ideal, de Eduardo Berti
Una presencia ideal, de Eduardo Berti, fue publicado por Compañía Naviera Ilimitada
Hay una pregunta con la que un lector ingresa a la aventura de este libro inclasificable: ¿euál es el lugar de la vida allí donde todo recuerda a la muerte? Una presencia ideal, de Eduardo Berti, es un texto delicado y conmovedor. Traducido por Claudia Ramón Schwartzman, ya que Berti lo escribió en francés para poder preservar la oralidad original de los testimonios, Una presencia ideal es un conmovedor relato coral que es resultado de su residencia como escritor en la unidad de cuidados paliativos de un hospital universitario en Rouen, Francia.
Las voces del personal sanitario y administrativo del lugar y también las de los voluntarios que se acercan para entregar lo que saben hacer a las personas que están internadas allí conforman un tejido extraordinario y sensible en un espacio en el que la muerte no es un futuro distante y ajeno. Las reflexiones más profundas se dan en el marco de este lugar en el que en gran parte de los casos no hay cura posible. En un cruce delicado de realidad y ficción, el de Berti es un libro que consigue lo imposible: producir una literatura luminosa, de sonrisas y lágrimas, a partir de historias y testimonios que se suceden en el umbral de la muerte.
Dos fragmentos, a la manera de ejemplo:
“Cuando escucho que cuidados paliativos es la unidad a la que se va antes de morir, en lugar de enojarme, en lugar de empezar a explicar con más o menos paciencia que también tratamos el dolor en casos que no implican una muerte inminente; en lugar de eso, les doy la razón, exhibo mi mejor sonrisa, digo amablemente que es así, que está bien observado, y luego agrego de inmediato que, de hecho, se podría afirmar lo mismo de todos los servicios del hospital, de cualquier hospital, porque, en definitiva, todo lo que merece llamarse vida es el conjunto de cosas que hacemos antes de morir, ¿no es así? Pues bien, le aseguro que eso siempre produce su pequeño efecto” (Mireille Gosselin, Jefa de la Unidad)
“No, no hablo de las cosas que pasan aquí en el hospital ni con mis amigos ni con mi familia, excepto con mi madre. Fue la única que hace dos años no me desaconsejó entrar en esta unidad. Y es la única cuyas preguntas van más allá de las generalidades habituales. Los demás no preguntan casi nada, no entienden nada. Pienso que en realidad no quieren entender. Hablar de la muerte y el sufrimiento no es para todo el mundo. Así que me callo. Los protejo.” (Linda Mouilleron, externa)
Eduardo Berti es argentino y vive en Francia hace veinte años
Eduardo Berti es argentino y vive en París desde hace veinte años. Nacido en Buenos Aires en 1964, comenzó su carrera como periodista y no hay prácticamente género literario o trabajo con la palabra en la que no haya incursionado con calidad y talento. Cronista, guionista, ensayista y narrador, su trabajo como periodista especializado en música y cultura quedó atrás en el tiempo y hoy sus libros tienen prestigio y reconocimiento internacional. Su primer libro, a mediados de los 90, fue un conjunto de relatos, Los pájaros y luego llegaron Agua, La mujer de Wakefield, Todos los Funes, La sombra del púgil, Un padre extranjero, Faster, Rockología, La máquina de escribir caracteres chinos, Círculo de lectores y Por, entre otros.
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La otra guerra, de Leila Guerriero
«La otra guerra», de Leila Guerriero, fue publicado por Anagrama
La bajada de este libro de la gran cronista argentina es “Una historia del cementerio argentino en Malvinas”. Se trata de un volumen pequeñito que cuenta una historia enorme, la de la gesta que llevó después de años de esfuerzos y frustraciones a identificar los restos de los soldados argentinos caídos en la guerra de 1982 para que hoy las familias de esos muertos puedan tener un lugar donde llorarlos.
Leila Guerriero
Con una escucha sorprendente y una destreza narrativa inigualable, Guerriero entrevista a varios de los protagonistas de esta historia con la dosis exacta de sensibilidad y distancia, que le permite obtener una crónica extraordinaria basada en documentos y hechos reales, pero trabajada con las herramientas y la tensión narrativa de una novela. Un texto en el que Guerriero trabajó durante más de dos años y en el que aborda con delicadeza el dolor de la ausencia, los malentendidos que dividen a las familias cuando la tragedia interrumpe el curso de la vida y el problema de narrar a las víctimas.
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*Estos son los nombres de los expertos y grandes lectores que votaron en esta producción, a quienes agradecemos profundamente:
Flavia Pittella, Gabriela Cabezón Cámara, Patricio Zunini, Santiago Llach, Matilde Sánchez, Claudia Piñeiro, Lala Toutonian, Mariana Enríquez, Hinde Pomeraniec, Malena Rey, Patricia Kolesnicov, Edgardo Scott, Ana Correa, Agustina Larrea, Pedro B. Rey, Florencia Ure, Julieta Grosso, Luis Mey, Diego Rojas, Facundo Basualdo, Gustavo Noriega, Miriam Molero, Tamara Tenenbaum, Víctor Malumián, Eugenia Zicavo, Martín Kohan , Silvina Friera, Juan Gabriel Batalla, Santiago Craig, Maxi Legnani, Cecilia Fanti, Ezequiel Martínez, Cristina Mucci, Gabriela Saidon (Autora), Pablo Perantuono, Natalia Ginzburg, Verónica Abdala, Juan Becerra, Mauro Libertella, Luciano Sáliche, Valeria Delgado, Ana Clara Perez Cotten, Matías Serra Bradford, Pablo Gianera, Eva Marabotto, Alejandro Dujovne, Matías Bauso, Máximo Soto, Horacio Convertini, Emilia Racciatti, Florencia Scarpatti, Walter Lezcano, Nicolás Mavrakis, Eugenia Almeida, Adriana Lorusso, Alejandro Bellotti, Ana Da Costa, Daniel Divinsky, Laura Galarza, Milena Heinrich, Valeria Tentoni, Carlos Aletto, Maximiliano Tomas, Nicolás Hochman
Fuente: Infobae