Florencia Etcheves: entre el periodismo, sus novelas y el feminismo

Florencia Etcheves se desafía a sí misma: al poco tiempo de declarar que aún se sentía una usurpadora en el mundo de la literatura, publicó La sirena, una novela negra que radicaliza su sino expresivo.

¿Cuál es ese sino? Un talento especial para encadenar con maestría conflictos y enigmas, en el marco de una historia criminal que sofoca y entretiene al mismo tiempo, y que continúa lo que Cornelia (el libro que Etcheves publicó en 2016) había dejado latente.

El ritmo narrativo de La sirena, entonces, habla más de una escritora consumada y certera más que de una pluma satelital.

“Cuando terminé Cornelia vino Errantes (2018), que no tiene nada que ver. Cuando termino un libro, no pienso en continuaciones. Así que me saqué la historia de encima. Una convive tanto con algunos personajes que los termina odiando, no los quiere ver más”, dice Etcheves en contacto con VOS y para dejar en claro que La sirena como continuación de Cornelia es una situación excepcional.

“Pero cuando me invitaron a Barcelona a un festival de novela negra –continúa–, me fui a los pueblos medievales de los Pirineos. Y me llamó la atención Besalú, uno muy chiquito… Allí no hay internet y vive gente mayor porque no hay nada para hacer. Entonces pensé: ‘Qué increíble. Si alguien comete un crimen, debería esconderse acá’”.

En suma, un escondite ideal para el personaje central de Cornelia, una mujer que pasó de víctima de una red de trata a amenaza del capo mafia que la dirigía. “Cuando caminaba por allí, vi un grafiti que tenía escrito Nadine, el nombre que usaba La Sirena en Cornelia. ¡Me estalló la cabeza! Sentí que Nadine estaba escondida allí. Luego llamé a Adriana, mi editora, y le mostré la foto y le dije, extasiada, ‘mirá lo que me pasó, tengo ganas de seguirlo’. La historia me encontró a mí, yo estaba pensando en otro tipo de historia, de hecho”, redondea Etcheves, con pasado en el periodismo policial televisivo y presente como feminista combativa y constante.

Hace unos meses, Florencia Etcheves djio que se sentía una usurpadora en el mundo de la literatura. (José Gabriel Hernández)

–En la contratapa se destaca tu capacidad para el “encadenamiento perfecto de conflictos y enigmas”. ¿Cómo trabajaste ese don? 

–Lo primero en lo que pienso es en los personajes y en la historia que quiero contar. A partir de ahí, me enfoco en tres o cuatro lugares cerrados con llave, esos son los enigmas que luego iré abriendo según el ritmo de mi imaginación. Tengo muy en claro el recorrido del arco dramático de cada uno de los personajes, para que las puertas se vayan abriendo de a poco. El nivel de detalle tiene que ver con la mirada periodística de tantos años. Cuando volví a Barcelona con la decisión de ambientar La sirena allí, me fui de los lugares turísticos, me tomé subtes para conocer los barrios más alejados. Nou Barris, por ejemplo, el barrio de los inmigrantes. Me hice un archivo de lugares y ahora sé más de Barcelona más que un catalán. Cuento lo que veo. Esencialmente, soy periodista.

–¿Tiene sustento periodístico la parábola de “El Egipcio”, un tratante de personas que empezó en la Patagonia y terminó detenido en la Triple Frontera?

–Los personajes son inventados pero las mecánicas criminales son reales. Cornelia trata sobre la trata de mujeres para la explotación sexual. Esto es real. Las herramientas para los personajes que invento son la cantidad de casos que cubrí durante 25 años. Hay un anclaje grande con la realidad.

Especial de serie

Además de La sirena y su onstante militancia feminista, el 2019 de Florencia Etcheves tuvo otro hito: volvió a la televisión para conducir un ciclo – debate posterior a Monzón, la serie.

–Tu novela “La hija del campeón” (2014) empieza con un femicidio con circunstancias casi exactas al de Alicia Muñiz. 

–Lo de La hija del campeón es una ucronía. Planteo qué hubiese pasado si en ese momento ellos hubieran tenido una niña y si esa niña hubiese atestiguado el hecho. Es parte de la ficción. Un boxeador mata a su mujer en un chalecito en Mar del Plata, en un balcón.

Loading video

–¿Te quedaste enganchada con ese caso? Para colmo, este año condujiste los especiales de “Monzón, la serie”…

–Era muy chica cuando pasó lo de Alicia Muñiz, pero siempre me llamó la atención el caso Monzón. Me di cuenta de que había algo que se tocaba con mi militancia feminista, con mi preocupación de siempre con los femicidios.  Ahora me sucede con más información y un contexto en el que está en jaque la violencia machista y la sociedad toda habla en términos de género. Antes eran “crímenes pasionales”. Me molestaba cuando en las coberturas te decían “es un problema de pareja”. Y yo repetía eso porque era lo que se había instituido, pero pensaba “si es un problema de tres, cuatro, 100 parejas, ya no es un problema de parejas, es otro del orden social”. Pero no lo decía porque el ordenamiento me hacía ver como si estuviera dramatizando. Con el correr de los años aparecieron feministas que sí estudiaron la cuestión a fondo y que sí ofrecieron un marco teórico. Ellas tenían la información y los conocimientos sobre algo que yo apenas percibía.

–#NiUnaMenos es un movimiento surgido en redes sociales por su indignación ante una ola imparable de femicidios. ¿Cómo es el movimiento de ese movimiento? ¿En qué está hoy? ¿Qué creés que cambió con su irrupción?

–#NiUnaMenos es enorme, no tiene dueña. #NiUnaMenos es cada ser que se sienta interpelado por la violencia contra las mujeres y tenga algo ganas de hacer algo al respecto. Una mujer con la necesidad de ayudar a alguna víctima o ustedes como hombres convirtiendo en feministas a sus espacios. En mirarse, en analizar qué actitudes les dijeron que estaban bien y que  hoy no tienen sentido. #NiUnaMenos es todo eso. No tiene dueñas, gerentes, nada. Es de cada uno que quiera levantar a ese eslogan. Y si no lo querés levantar, OK, pero el mundo está yendo hacia un lugar que es más feliz tanto para hombres como para mujeres.

–Macri generó las condiciones para que se debata la despenalización del aborto y luego se asumió partidario de “las dos vidas”. CFK no generó las condiciones en sus 8 años de mandato pero como senadora votó a favor… ¿Qué creés que pasará con Alberto Fernández? 

–No podemos eludir el futuro. La ley va a salir. Espero que sea más temprano que tarde porque en el medio hay mujeres que se mueren o que quedan mutiladas en abortos clandestinos. Es un tema de salud pública que le compete al Estado. Les pido al presidente electo y a los legisladores que hagan todo para que se despenalice el aborto. O para que tengamos aborto legal.

–Te resuelve el costado económico de tu vida que Netflix te compré los derechos de una novela. ¿En qué está “La Virgen de Tus Ojos”?

–Para mí tener la economía resuelta es estar en una playa tomando caipirinha, y eso no pasa. Esto es trabajo y yo vivo de mi trabajo. Vivo de escribir libros y también películas. Son muchas horas de culo en la silla, de estar pensando, de estar reunida con guionistas – directores y mis editores de Planeta. Necesito trabajar. Si no trabajo, no como.

–¿No sentís el cosquilleo narcisista de volver a la televisión?

–Dejé un trabajo que no me hacía feliz por otro que sí. Todas estas horas no las lloro, las disfruto. En la tele no estaba siendo feliz. Fui muy feliz durante 25 años, pero en los últimos tiempos, esa magia no estaba más. La encontré en otro lado, en la escritura, en la ficción. Fue un piletazo que me llevó mucho tiempo, horas de pensar, de darle vuelta a otra cosa. No podía esperar más. Era ese momento. No tengo el cosquilleo narcisista de volver a la tele, para nada. Lo de Monzón me encantó… La gente de Turner me hizo la propuesta y me pareció bárbara. Fue una semana de rodaje, era poco tiempo, y me interesaba el caso Monzón. Me gustó mucho el enfoque de Gaby Larralde, una feminista en los guiones fue algo que me tranquilizó. Sabía que su laburo sería serio y tendría una buena narrativa.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *