Malba Puertos, el museo que busca convertirse en el eje cultural de la zona norte
Hay mucha expectativa y entusiasmo. El propio Eduardo Costantini, fundador del Malba, ha ido develando detalles de su nueva hazaña, Malba Puertos, la nueva sede del Museo de Arte Latinoamericano, que este fin de semana abrirá al público en Escobar. Se trata de un desarrollo de Consultatio –socio corporativo del Malba– a 45 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, con una inversión de 10 millones de dólares.
Malba Puertos, cuya coordinación artística y general estará a cargo de Eleonora Jaureguiberry, exsubsecretaria general de Cultura de San Isidro, tiene el objetivo de acercar el arte a otras comunidades y para ello se ha propuesto ser un epicentro de gravedad artística y cultural de la zona norte de la provincia de Buenos Aires, con entrada libre y gratuita que contarás con diversos espacios para disfrute del arte y de la naturaleza.
Este nuevo centro de arte se proyecta como un espacio accesible, comunitario, educativo, interdisciplinario y contemporáneo. En Malba Puertos el arte dialogará con el entorno paisajístico y con la arquitectura. De allí que tanto se ha apelado a un modelo arquitectónico de total vanguardia como a un cuidado del paisaje que cuentan tanto como las piezas de arte que Malba Puertos albergará. Todo ello se articula en un nodo generado por un circuito de arte público con obras artistas contemporáneos distribuidas por toda la ciudad.
Un paseo para recordar
Los espacios que el nuevo centro cultural ofrecerá son los siguientes: habrá una sala de exposición interna dedicada a la producción de proyectos artísticos contemporáneos con vista a los lagos, con iluminación natural y un sistema mecánico de control de luz y paneles según los requerimientos de cada proyecto. Contiguo a la sala de exposiciones temporarias, se encuentra la recepción y una tienda de diseño.
Pensando en la arquitectura del lugar y las obras de arte cabe citar el ejemplo de la Colección Amalita en Puerto Madero que también debió adecuar paneles y control de luz para obras valiosísimas.
Luego estará la sala de exposiciones externa, bajo una gran cubierta y con cúpulas traslúcidas, que parece flotar sobre los edificios generando un espacio flexible que los interconecta. Permite un espacio para performances, teatro, danza, conciertos y con proyecciones, sin perder la conexión con el entorno natural e integrándolo visualmente con el resto del conjunto arquitectónico.
Lugar de privilegio tendrá el Pabellón Chaile, dedicado a un conjunto de obras del artista tucumano Gabriel Chaile que representan a su familia, adquiridas por Eduardo Costantini en Venecia a la galería Barro, antes de que la Bienal de Arte 2022 abriera al público.
En aquel momento, Costantini dijo a La Nación que de la obra de Chaile lo conmovía “la reivindicación de la identidad originaria, algo a lo que se le está dando énfasis en los últimos años en el mundo. Esa preocupación del período moderno de lograr una identidad latinoamericana ya está presente en la historia del arte latinoamericano, pero en esta instancia postcontemporánea se revaloriza la cultura originaria. Chaile tiene autoridad porque lleva impregnada esa cultura que lo identifica”.
Y como señaló entonces Clarín Cultura “más allá de representar sus raíces tucumanas, Chaile representó también a su familia. Las piezas la tremenda fuerza que puso el artista al crearlas in situ, dentro del espacio de la Bienal”.
Las cinco esculturas –que miden entre tres y seis metros de altura y pesa cada una más de trescientos kilos–, no pasarán desaparecibidas. Quedarán contenidas en un espacio con muros vidriados. La sala produce un límite virtual que conecta las obras con la naturaleza y lo convierte en un foco de atracción desde el exterior.
Además de esos tres espacios, los visitantes tendrán acceso a la reserva técnica, el depósito de obras de arte que podrá albergar entre 800 y 900 piezas de diferentes formatos. Tendrá sus propias necesidades de acceso, registro, clasificación y control de la calidad del aire. Gracias a sus ventanales estará a la vista de todos los visitantes que podrán apreciar el trabajo del “detrás de escena” e ingresar para actividades especiales. Contiguo a este espacio se ubicará una sala pedagógica multiuso y un café con vista al lago.
El paseo no se agota allí. Aún quedan las salas del bosque conformado por un conjunto de tres espacios abiertos implantados en una explanada cubierta de alisos interconectados por un sendero que conduce al sector semicubierto del museo. Se utiliza también como laboratorio para la observación y el estudio de plantas exóticas y para talleres. Es la idea del bosque como un museo vivo.
Finalmente está el circuito de arte público distribuido en diferentes espacios públicos de la ciudad. Se emplazaron 23 obras site–specific de los artistas contemporáneos Mimi Laquidara, Marcela Sinclair, Matías Duville, Jorge Macchi, Carolina Fusilier, Daniel Basso, Sol Pipkin, Irene Kopelman, Artur Lescher, Florencia Almirón, Irina Kirchuk, Sebastián Mercado, Hernán Marina, Fabián Burgos, Gabriel Chaile, Eugenia Calvo, Paula Castro, Diego Bianchi, Martin Blaszko, Ramiro Oller, Pablo Accinelli, Nicolás Robbio y Daniel Joglar.
Posmodernidad por todo lo alto
Diseñado por el estudio español Herreros, con el apoyo local de Torrado Arquitectos, Bulla en el paisajismo y Flora Estudio que se ocupó del diseño mobiliario, el nuevo centro cultural tiene 5.500 m2 llevó casi dos años.
Su arquitectura transparente, sin límites ni jerarquía, sin señalética ni circulación orientadora es una invitación a vivir una experiencia de encuentro no solo con el arte, sino sobre todo con la naturaleza que es vida. Sus espacios son tan flexibles que permitirán una programación ídem.
Malba Puertos, en Escobar, a 45 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, implicó una inversión de 10 millones de dólares. Foto: gentileza prensa Malba.
Para Eduardo Costantini, «Malba Puertos nace del deseo de ampliar el impacto cultural y social del Museo en nuevas audiencias. También de la necesidad de albergar nuevas formas de expresión y exhibición, acordes al museo del siglo XXI en el que las disciplinas y formatos son cada vez más híbridos e interdisciplinarios y el visitante, un participante activo”.
Y agrega que “el proyecto con salas de exhibición y una reserva técnica a la vista de los visitantes hace sinergia con la oferta cultural de Puertos, que da cuenta de su identidad a través del arte en su espacio público”.
Junto con la apertura de Malba Puertos se dio a conocer una noticia que se sabía hace tiempo: la designación de Eleonora Jaureguiberry como coordinadora general de Malba Puertos. A su cargo tendrá la nueva integrante del staff Malba el fomento de los lazos sociales dentro de Puertos y su entorno en la Zona Norte bonaerense, algo que Jaureguiberry conoce muy bien tras su paso por la subsecretaría general de Cultura de San Isidro donde creó programas muy integrados a la comunidad.
Eleonora Jaureguiberry, coordinadora general de Malba Puertos. Foto: prensa Malba Puertos.
En relación con la programación artística, Malba Puertos contempla un programa multidisciplinario que estará al cuidado del comité curatorial del Museo en diálogo con la coordinadora general. Se llevarán adelante diferentes exposiciones temporarias –con foco en arte contemporáneo argentino–, además de actividades educativas y culturales al aire libre.
Malba Puertos será uno de los primeros museos del mundo –después de las iniciativas del Museo Boymans Van Beuningen, de Holanda, y el Louvre, el Centre Pompidou y la Colección FRAC, en Francia–, en abrir al público su reserva técnica.
Fuente: Clarin