Joan Manuel Serrat y el vicio de cantar o “afirma que se despide aunque yo no me lo creo”
Con 78 años y una voz que revivió tal vez por el desafío,Joan Manuel Serrat recorre su carrera durante más de dos horas en un (ya dos) Movistar Arena colmado de almas que lo acompañan con sonrisas, ovaciones y (aunque el no lo quiera) un poco de nostalgia.
Los aplausos estallan cuando El Nano sale al escenario para arrancar otro show de su gira “El vicio de Cantar 1965-2022″, “también conocida como Serrat afirma que se despide aunque yo no me lo creo”, según el propio cantautor.
“He venido a despedirme personalmente como corresponde”, y cada frase cariñosa y cómplice que dice vuelve a despertar aplausos y risas. “Me despido pero con alegría. Quiero que sea un concierto en el que reine la alegría”, pidió y él mismo lo logró, salpicando las canciones con anécdotas, historias y humor.
“Ignoro lo que les habrán dicho, pero les aclaro que este no va a ser mi último concierto… Al menos eso espero. Pero en el caso de, por lo que sea, no lleguemos al final, ustedes podrán presumir: ‘Yo estuve allí, yo lo vi caer’. De modo que en previsión guarden los boletos. No les va a devover la plata nadie. Pero podrán certificar con ellos su presencia en el acontecimiento”. Con esas palabras de arranque logró el clima que pretendía.
“Damas y caballeros, aparten cualquier atisbo de nostalgia, cualquier tentación de melancolía. Piensen que de ahora en adelante, todo lo que nos queda por delante es futuro, ¡y no nos lo vamos a perder!”, exclama determinante.
Serrat: un recorrido cuidadoso con el corazón en la mano
Armar el recorrido por 57 años de carrera no es cosa fácil. Pero respaldado por una banda que suena impecable, con el infaltable maestro Ricardo Miralles al piano y José Mas Portet en los teclados, hicieron una cuidadosa selección de temas que, claramente iba a dejar algo afuera porque no entra tanta trayectoria en un solo show.
Arrancó con una canción bastante joven, “Dale que Dale”, del 2010, para seguir con varios clásicos. Después de “El carrusel del Furo”, se tomó unos minutos para compartir la historia de su abuelo, el Furo. Que no tenía ninguna calesita, que legalmente no existió porque sus papeles de bautismo y su partida de casamiento se perdieron en un incendio que consumió la iglesia de su pueblo. “Tampoco existe la partida de defunción porque los franquistas lo fusilaron y tiraron su cuerpo por un barranco y jamás lo recuperamos. Pero el Furo existe, existe en esta canción”, compartió.
Y asi, con su corazón en la mano y miles de corazones latiendo con él, fue pasando de Hernández a Machado, de la libertad al azar, de cartón piedra al Mediterráneo, de anécdotas al amoroso recuerdo de sus padres. Con José Miguel Perez sagaste en saxo (según el programa, pero que va sacando una batería de instrumentos de viento), Vicente Climent Valero en batería, David Palau González en guitarras, Raimon Ferrer Isbert en Bajo y contrabajo y Úrsula Amargos Rubio en violín, una “grata sorpresa” cuando acompañó con su dulce voz a Serrat en “Es caprichoso el azar”.
Un capítulo aparte merece el arte visual, que complementa con precisión y sorprende en cada canción. Desde una imagen en sombras de una bailaora exquisita para el “Romance de Curro el Palmo”, hasta una Gioconda despeinada y tomando vino en “Hoy puede ser un gran día”.
Casi dos horas y media de Serrat sin despeinarse en el escenario
Exquisito, cómplice, divertido y también conmovido (como cuando nombró a su amigo Alberto Cortés, que le puso música a las también conmovedoras “Nanas de la cebolla”), no se movió del escenario ni para ir al baño. Hizo cantar al público en “Aquellas pequeñas cosas” y no lo pudo parar en “Cantares”.Play VideoCantares
Sumó cuatro bises a las 20 canciones del programa: “Si seguimos así, si va a ser el último concierto”. No es un adiós. “Es una decisión que tiene que ver con la felicidad que yo he encontrado en este trabajo, en este oficio, en esta maravilla que es vivir de la música y con la música”.
Todavia le queda un show en Montevideo y tres en Buenos por estos lares. Definitivamente, Nano, de aquí en más todo lo que queda por delante es futuro.
Fuente: LA VIOLA.