La oferta de series parece infinita y ya se habla de la “angustia del streaming”

El dilema de la pantalla. Para muchos, elegir qué serie ver los enfrenta a un debate interno sin solución, y aparece la sensación de que se está renunciando al resto del catálogo.

Es como pararse delante del Atlántico en Mar del Plata y pretender ver África: el final de todo ese mar no se ve. Algo parecido pasa al abrir el menú principal de los servicios por suscripción para ver películas y series o para escuchar música que se han metido en nuestras vidas cotidianas: el fondo de esos universos interminables, como el final del mar, es imposible de contemplar. Es inabarcable. Y aunque en primera instancia esa amplitud augura un panorama beneficioso -tener a mano la primera temporada de la serie de la que todos hablan en el trabajo, o un estreno de cine, o un clásico, o el disco que las bandas ya empiezan a sacar por Spotify antes que en ningún otro formato-, también puede tener efectos colaterales.

Según un estudio de la consultora Deloitte, el 49% de los usuarios de servicios de streaming dijeron que la cantidad de contenido disponible en las plataformas a las que se suscriben les dificulta tomar una decisión y puede hacerlos sentir “angustia o ansiedad”. Igual proporción, en una investigación de la misma consultora que indagó a 2.003 personas entre diciembre de 2018 y febrero de 2019, sostuvo que llega a abandonar la búsqueda de algún contenido de entretenimiento ante la frustración de no poder decidir en medio de tantas opciones. “Los consumidores quieren opciones, pero hasta cierto punto”, dijo Kevin Westcott, vicepresidente de la consultora, tras darse a conocer los resultados de la investigación.

“Supongamos que una persona tiene que elegir entre dos sillones para su casa. No puede comprar los dos: tiene que renunciar a uno. Los mira, piensa y se da cuenta de que uno de los dos -tal vez el que tiene el color que más le gusta, tal vez el más barato- no entra en su living, entonces se decide por el otro. Con un argumento racional renuncia a alguna de las opciones, y esa elección genera tranquilidad a pesar de implicar una renuncia. Pero, ¿qué pasa cuando elegís una opción en medio de un infinito imposible de medir?”, plantea el médico psiquiatra y psicoanalista Pedro Horvat.

“Esta discusión empezó cuando pasamos de los cuatro canales de televisión abierta a tener cable y aparecieron cien canales por los que hacíamos zapping. Lo que hacíamos era dar vuelta del 1 al 100 con la idea de que en otro lado, en otro canal, estaba pasando algo importante que no podíamos perdernos. Ante una oferta tan grande, aparece la sensación de que estamos renunciando a un placer posible”, suma Horvat.

Para la psicóloga Laura Jurkowski, “tener un menú con tantas opciones puede implicar que el entretenimiento pase a centrarse más en la elección del contenido que en la posibilidad de disfrutar de lo que se elige para mi

rar o para escuchar: eso puede hacer perder el foco de que se está buscando ese disfrute, y la búsqueda se va transformando más en el fin que en el medio”.

La especialista, directora de Reconectarse -un centro especializado en adicciones a las nuevas tecnologías, subraya: “En esa búsqueda puede perderse el entusiasmo”.

Estas búsquedas no se parecen a las de antes: a la de caminar por varias disquerías hasta dar con la batea indicada, a revolver las estanterías de un videoclub, a buscar en la vieja revista del servicio de cable a qué hora y en qué canal daban la película deseada, a esperar que fuera el día en el que se estrenara el nuevo capítulo de la serie seguida.

Las búsquedas de ahora mueven el pulgar y no mucho más. Y, en muchos casos, llegan antes de que llegue el deseo de ver alguna película o escuchar alguna canción. Por pura inercia y disponibilidad.

“Cuando algo está tan a mano y uno no necesita bucear para conseguirlo, se pierde interés. Eso pasa ante listas interminables de opciones. Querer mucho algo, esperar a poder

conseguirlo y encontrar el momento para disfrutarlo son parte de la construcción del deseo”, describe Jurkowski.

Según Horvat, ir y venir por la oferta inabordable de los servicios de suscripción “no tiene por qué generar angustia, pero sí es probable que genere mucha ansiedad, porque supone enseguida que al elegir una de esas opciones te estás perdiendo de algo más, de mucho más”. “Se parece a los motivos por los que no dejamos demasiado tiempo el celular y por los que chequeamos las redes sociales a cada rato: sentimos que nos podemos quedar afuera de algo”, suma.

“de que siempre nos perdemos algo, entonces siempre que uno elige deja abierta la puerta para que entre la duda de si podría haber elegido algo mejor. Ese costo, el de renunciar a algo cuando se elige otra cosa, se paga cada vez que se elige algo. Por eso llora un nene cuando va al kiosco: por más que le compren alguna golosina, quiere el kiosco entero”, dice Horvat. Y complejiza: “A eso se le suma una característica particular de estos servicios: a través de inteligencia artificial te pone más a mano una oferta que es más acorde a tus deseos. Entonces la sensación de que te perdés algo que te interesa es aún mayor”.

Para Jurkowski, la vía para amortiguar la ansiedad que puede provocar ese surfeo por el menú sin poder decidir en un tiempo razonable qué consumir “es tener en cuenta cuánto tiempo se le dedica a la búsqueda

y cuánto tiempo se le dedica a disfrutar del disco, la serie o la película; cuando, de manera recurrente, aparece el pensamiento de no estar satisfecho porque puede haber algo mejor es momento de prestar atención a esa señal de alerta, para que algo que debe estar vinculado al deseo no genere síntomas”.

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