La extraordinaria muestra de Le Parc en el CCK ahora es gratis

Luces que van y vienen, laberintos de espejos, recorridos en la penumbra, una instalación donde el cuerpo de quien pasa por detrás se desarma y se vuelve a armar, formas que aparece y desaparecen según cómo las miren. No hay que tener estudios previos para emocionarse con la muestra de la obra del artista mendocino Julio Le Parc que se está haciendo en el CCK, con la dirección artística de su hijo Yamil y curaduría de Gabriela Urtiaga. La entrada valía cien pesos pero ahora, y hasta fin de mes, es gratis.
 
Esto, que su arte se disfrute naturalmente, es una idea central de Le Parc: el mendocino de 91 años, que hizo su carrera en París, siempre quiso que su obra fuera democrática, que entusiasmara. «La belleza ya es política sin proponérselo porque crea en el que asiste una confianza en él mismo, una alegría, una sorpresa, y esa sorpresa te hace sentir vivo. Eso es mucho más político que un cuadro con figuras denunciando la miseria del mundo», explicó en una entrevista con Clarín, en 2014.
 
Así que en esas enormes salas donde se recorre su obra, hay pinturas pero también botones que accionan mecanismos y marcos luminosos a los que conviene asomarse: así se verá la simpleza de la construcción de la obra.
 
“La belleza ya es política sin proponérselo porque crea en el que asiste una confianza en él mismo, una alegría, una sorpresa, y esa sorpresa te hace sentir vivo”
 
«La belleza ya es política sin proponérselo porque crea en el que asiste una confianza en él mismo, una alegría, una sorpresa, y esa sorpresa te hace sentir vivo»
Julio Le Parc
ARTISTA
 
Uno entra a una sala, por ejemplo, y encuentra un mundo de luces que giran, en las paredes y en el piso, incluso sobre el cuerpo de los visitantes, y producen una sensación casi cósmica. ¿Cómo lo hace? Es un móvil con miles de piezas. Las piezas se mueven solas, porque se mueve el aire. Nuestra presencia misma, que influye en la temperatura de la sala, crea corrientes sutiles. Luego unas cuantas luces bien colocadas pegan en esas piezas. Y listo, creado el cosmos.
 
 
En otro piso hay varias obras pensadas directamente para jugar. Unas bolsas de boxeo dispuestas en un cuadrado: el espectador está invitado a pegar. Pero no son bolsas en blanco: entre otros personajes hay dibujado un diputado, un policía e incluso un actor y un artista. Cada cual elegirá.
 
También hay un espacio para golpear con pelotas a siluetas en un mural: se ve un militar, una madre y un «Tío Sam». El espectador decide adonde apuntar.
 
 
Hay mucha selfie, mucho video en las redes a partir de esta muestra. Y cómo no la ilusión visual que nos deforma también nos vuelve sobre las viejas preguntas: qué vemos cuándo vemos, qué tan seguros estamos de la realidad, cómo la realidad cambia si intervenimos.
 
Vale la pena sumarse a las visitas guiadas: los miércoles, viernes y sábados a las 15 y a las 17; domingos y feriados a las 15 y a las 18.
 
Hay que ir con tiempo, con alguien capaz de detenerse y jugar y pensar y divertirse con los sentidos.
 
Gratis. No se lo pierdan.
 
Fuente: Clarín

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