Lollapalooza 2024, Día 2: Un cierre de gargantas poderosas, por sobre todas las cosas

La segunda jornada del Lollapalooza Argentina 2024 se desarrolló en la siesta – tarde – noche de este sábado con la misma sensación de inestabilidad climática de la primera, aunque con rasgos bien singulares en lo artístico.

Porque sobre el césped entre húmedo y barroso del Hipódromo de San Isidro la multitud pudo disfrutar sobre el cierre de los escenarios principales a dos vocalistas extraordinarios, con respectivas puestas conceptuales y agendas.

Porque así como en el escenario Samsung el británico Sam Smith dio cuenta de su liberación ascendente hasta aceptarse como popstar no binario, en el Flow, la norteamericana SZA exhaló esos arrebatos r&b sobre matar a un ex y a su nueva novia con el complemento de una coreografía filosa. Filosa porque los bailarines aparecieron munidos de cuchillos.

SAM SMITH, DE MENOS A MÁS EN EL LOLLAPALOOZA ARGENTINA 2024

Sam Smith empezó de menor a mayor, en lo que respecta a la lógica rítmica de los temas (privilegio de lo slow y lo sedoso en el comienzo; y de lo pistero – diabólico del promedio al final) y en el vestuario para cada segmento del show (sus montajes son una delicia para volver endebles a las líneas de género).

“Hola, ¿cómo están? Qué cantidad de gente. No les puedo decir lo feliz que estoy acá. Celebremos el amor, la vida y la libertad”, dijo Smith en el primer tramo del concierto. Por entonces, ya se mostraba visiblemente conmovido y a flor de piel.

“La primera vez que vine aquí tenía 21 años, ahora tengo 31…”, añadió al momento de airear los primeros temas que publicó como jovencito asfixiado por las convenciones que hoy bombardea desde el pedestal queer en el que está hoy.

Lo de Sam Smith es pop suntuoso, orgullosamente gay; y él se la banca muchísimo como performer, empoderado por un cuerpo de bailarines – coreutas y por, como ya se señaló, por sus diseñadores de vestuario.

En este proceso de autodescubrimiento que es su show, Smith se viste con plumas, con cueros; afecta sus orejas con aros de todo tipo. Sólo fulmina su aura liberadora cuando muestra una camiseta de la selección argentina (¡¡¡consiguió la de las tres estrellas!!!). Al menos no cantó Muchachos ni hizo el transitado chiste “Primero tal cosa y segundo, Francia”.

En una escenografía con piedras pintadas con mensajes de tolerancia, respeto y aceptación, su show encontró el final con el controvertido Unholy. Es el tema lanzado junto a Kim Petras que escandalizó a un celoso Morrissey y a otros tantos conservadores porque en su clip Sam Smith encarna al Diablo.

Satánico o no, lo concreto es que el británico es un vocalista extraordinario que no se regodea con su caudal sino que lo textura con la emoción exacta, mientras en las cuestiones vinculadas a la puesta sabe cómo exaltar lo que expresa.

La segunda jornada del Lollapalooza Argentina 2024 se desarrolló en la siesta – tarde – noche de este sábado con la misma sensación de inestabilidad climática de la primera, aunque con rasgos bien singulares en lo artístico.

Porque sobre el césped entre húmedo y barroso del Hipódromo de San Isidro la multitud pudo disfrutar sobre el cierre de los escenarios principales a dos vocalistas extraordinarios, con respectivas puestas conceptuales y agendas.

Santi Celli y Paz Carrara compartieron escenario en el Lollapalooza Argentina 2024.

Lollapalooza Argentina 2024: Santi Celli y Paz Carrara volvieron a cantar juntos en el festival

Porque así como en el escenario Samsung el británico Sam Smith dio cuenta de su liberación ascendente hasta aceptarse como popstar no binario, en el Flow, la norteamericana SZA exhaló esos arrebatos r&b sobre matar a un ex y a su nueva novia con el complemento de una coreografía filosa. Filosa porque los bailarines aparecieron munidos de cuchillos.

SAM SMITH, DE MENOS A MÁS EN EL LOLLAPALOOZA ARGENTINA 2024

Sam Smith empezó de menor a mayor, en lo que respecta a la lógica rítmica de los temas (privilegio de lo slow y lo sedoso en el comienzo; y de lo pistero – diabólico del promedio al final) y en el vestuario para cada segmento del show (sus montajes son una delicia para volver endebles a las líneas de género).ANUNCIO

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“Hola, ¿cómo están? Qué cantidad de gente. No les puedo decir lo feliz que estoy acá. Celebremos el amor, la vida y la libertad”, dijo Smith en el primer tramo del concierto. Por entonces, ya se mostraba visiblemente conmovido y a flor de piel.

“La primera vez que vine aquí tenía 21 años, ahora tengo 31…”, añadió al momento de airear los primeros temas que publicó como jovencito asfixiado por las convenciones que hoy bombardea desde el pedestal queer en el que está hoy.

Lo de Sam Smith es pop suntuoso, orgullosamente gay; y él se la banca muchísimo como performer, empoderado por un cuerpo de bailarines – coreutas y por, como ya se señaló, por sus diseñadores de vestuario.

En este proceso de autodescubrimiento que es su show, Smith se viste con plumas, con cueros; afecta sus orejas con aros de todo tipo. Sólo fulmina su aura liberadora cuando muestra una camiseta de la selección argentina (¡¡¡consiguió la de las tres estrellas!!!). Al menos no cantó Muchachos ni hizo el transitado chiste “Primero tal cosa y segundo, Francia”.

En una escenografía con piedras pintadas con mensajes de tolerancia, respeto y aceptación, su show encontró el final con el controvertido Unholy. Es el tema lanzado junto a Kim Petras que escandalizó a un celoso Morrissey y a otros tantos conservadores porque en su clip Sam Smith encarna al Diablo.

Satánico o no, lo concreto es que el británico es un vocalista extraordinario que no se regodea con su caudal sino que lo textura con la emoción exacta, mientras en las cuestiones vinculadas a la puesta sabe cómo exaltar lo que expresa.

SZA, CON SED DE REVANCHA EN EL LOLLAPALOOZA ARGENTINA 2024

SZA fue menos emocional y mucho más prepotente técnicamente sobre una escenografía de corte náutico (sogas, salvavidas naranjas, una proa), que conectó con el concepto de su disco SOS (2022).

Por allí evolucionó espacialmente esta diva, junto a banda inspirada y cuerpo de baile, y entregó más himnos ácidos contra hombres irresponsables en lo afectivo. Tal el caso de Nobody Gets Me, dedicada a un exprometido que la bloqueó de todos los lados. “Esta canción habla del amor…”, la presentó en este Lollapalooza Argentina. ¿Seguro, SZA?

Más rimbombante que Janelle Monáe y menos glamity que Beyoncé, por caso, SZA también dejó versiones de sus cruces con Kendrik Lamar (All The Stars) y Doja Cat (Kiss Me More), además de la aludida arriba sobre las ansias irrefrenables de venganza (Kill Bill).

Para certificar su carácter de artista brava y cero concesiva, se fue con Good Days, una canción psicodélica y aventurera de comienzos de década.

Por estar estigmatizadas como abúlicas y despreocupadas, a las bandas indies rara vez se les destaca sus tándems guitarrísticos. Sería un pecado no hacerlo con Laurent Brancowitz y Christian Mazzalai, cuya dinámica rebosa de buen gusto y de timming exacto para economizar cuando el otro explota o para explotar cuando el otro se volcó a un sinte o economiza. Si se está cerca del escenario en un show de Phoenix, es fascinante contemplar ese work in progress de los violeros.

Juliana Gattas y Ale Sergi, los cantantes de Miranda! alucinados con el impacto de su proyecto en el Lollapalooza Argentina 2024 (Gentileza DF Entertainment)
Juliana Gattas y Ale Sergi, los cantantes de Miranda! alucinados con el impacto de su proyecto en el Lollapalooza Argentina 2024 (Gentileza DF Entertainment)

A Phoenix los precedió Miranda! con un show de similar propósito al ofrecido por el grupo en el más reciente Cosquín Rock. Esto es, celebrar más de 20 años de pop desfachatado y letal, que en esta ocasión filtró un tema que no es habitual en los setlist del combo de Ale Sergi y Juliana Gattas del último tiempo: Extraño.

Debe ser raro para un creador interpretar una canción con una musa muy revelada en su momento y con la que hoy no tiene ningún vínculo. Por eso, es oportuno agradecerle a Sergi el hecho de que hizo prevalecer la canción porque es indisimulablemente bella.

Fuente: La Voz

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